Educar es entusiasmar con los valores. Estamos en un momento en el que mucha gente joven está perdida, sin saber a dónde ir.
Estar perdido es no tener rumbo. Ir tirando a ver qué pasa. Veo mucha gente joven así. Y no hablo sólo de nuestro país. McLuhan habló del planeta global.
¿Por dónde debemos empezar? Los edificios que no se caen son los que tienen unas bases firmes, unas raíces sólidas. Lo primero de todo es la formación. Educar, convertir a alguien en persona. Educar es conseguir seres humanos con dignidad y criterio. Educar es seducir con modelos sanos, atractivos, coherentes y llenos de humanidad.
Por ahí debemos comenzar. Ejemplos de vidas llenas de sentido, atractivas, que nos empujen, que arrastren nuestra conducta en esa dirección. Educar es atraer por encantamiento y por ejemplaridad.
El gran educador moderno está enfermo y con mal pronóstico: la televisión.
Y no hay ningún indicador que nos diga que va a cambiar en positivo.
Pero la primera fuente educativa, en la que todo debe arrancar, es la familia. La familia debe ser una escuela en la que uno se sabe querido por lo que es, y no por lo que tiene. Una familia sana es la primera escuela en la que uno recibe lecciones que no se olvidan.
Si la familia funciona, la persona va a tener un edificio construido con materiales resistentes. Allí hay un mundo mágico y decisivo. Porque la primera piedra de la educación es la formación. Adquirir una buena formación, en general, es distinguir lo que es bueno de lo que es malo; tener criterio; saber a qué atenerse; discernimiento: aprender a penetrar en la realidad distinguiendo lo que es mejor y más positivo para escoger ese camino.
Este articulo se publicó en el Diario La Nación. Para ver la nota completa hacer click aqui
jueves, 21 de mayo de 2009
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